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La química de la ansiedad: ¿Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando aparece?

  • Foto del escritor: Lic. Psi. Camila Pizzani
    Lic. Psi. Camila Pizzani
  • 22 abr 2021
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 28 abr 2021

Sentir ansiedad de modo ocasional es una parte normal de la vida. Sin embargo, las personas con trastornos de ansiedad con frecuencia tienen preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias.


La orientación al estímulo: huir o luchar.


Al detectar un estímulo amenazante, la persona suele tener una respuesta de orientación a ese estímulo, lo que le permite mirar, ver, calcular. Adoptar en segundos una reacción, como puede ser la lucha o la huida. Aunque las personas ya no somos perseguidas por arcos y flechas o leones hambrientos, es igualmente aplicable a cualquier estímulo que la persona perciba como una amenaza. En este sentido, puede ser un simple comentario o un ruido de origen indeterminado. Lo único necesario es que el sujeto lo entienda como amenazante para él.


Sistema nervioso simpático: el juego del dominó.


A partir de la orientación al estímulo, comienza a cambiar la química del cuerpo dando lugar a la química de la ansiedad. Dentro del sistema nervioso simpático, se produce la activación del eje hipotalámico-hipofisario adrenal con la consiguiente liberación de ACTH —la hormona adrenocorticotropa—.


La liberación al cuerpo de esta hormona está regulada por el hipotálamo, región que interviene en la regulación de la alimentación, la ingesta de líquidos, el apareamiento y la agresión. Por ello, tiene lógica que aparezca también en los mecanismos neuro hormonales de la respuesta de alarma, concretamente estimulando la hipófisis para extraer ACTH.

La hormona ACTH produce estimulación en las glándulas suprarrenales que vierten a la sangre glucocorticoides.


Glucocorticoides: la resistencia ante situaciones de estrés.


Los glucocorticoides son necesarios para que el sujeto sea capaz de resistir situaciones de estrés. Estas situaciones pueden ser muy variadas, desde lesiones físicas —romperse la pierna o caerse de un árbol— pero también situaciones que conllevan ansiedad, miedo, ayuno.

Los glucocorticoides estimulan la síntesis de adrenalina y péptidos opioides endógenos. Estos últimos están involucrados en la homeostasis —mantenimiento del equilibrio del cuerpo—, la regulación del dolor, el control cardiovascular o el estrés.

La liberación de la adrenalina y otras hormonas da lugar a la parada de funciones corporales que pueden ser un bloqueo en ese momento de ansiedad, estrés o huida, como puede ser la digestión, en tanto que se consume mucha energía. Por ello, si después de un ataque de ansiedad, sentimos extraño el estómago o tenemos pocas ganas de comer, es recomendable tener paciencia y dejar que el cuerpo vuelva a gestionar sus propias funciones.


En el caso de los opiáceos, estos se liberan para tolerar mejor el dolor en el caso de que se produzca una herida, algo para lo que se prepara el cuerpo.


Resultado de este fenómeno químico en nuestro cuerpo.

Esta activación hormonal da lugar a numerosos cambios, y no solo aquellas variables en las que nos solemos fijar. La persona está experimentando muchos cambios internos que desde fuera no se notan o se marcan directamente de una manera especial.

Tras la puesta en marcha de las hormonas, la tasa cardíaca se ve incrementada para facilitar el bombeo de sangre, y que se distribuya más rápidamente el oxígeno por el organismo. Esto es muy característico de la ansiedad, e incluso es uno de los resultados de este proceso que más se trata de trabajar.



Entre las técnicas que los psicólogos utilizamos para reducir la activación, podemos encontrar la respiración controlada o la relajación muscular progresiva. Ambas técnicas incluyen la respiración como una forma para reducir la ansiedad, reduciendo la tasa cardíaca que hemos aumentado de manera no consciente (deliberada).


Asimismo, se contrae el bazo con la consiguiente liberación de glóbulos rojos. Esto es muy útil por si se produce una herida —recordemos que la respuesta primigenia de ansiedad no es más que una respuesta de alarma ante un peligro— o por si hay una infección. Los glóbulos rojos son parte de nuestro sistema inmunitario: nos protegen frente a una posible infección.


De la misma manera, se sintetiza y libera azúcar por el hígado. Al mismo tiempo, aumenta la capacidad respiratoria y la dilatación bronquial, optimizando el rendimiento de los pulmones ante el anuncio del aumento de la demanda de oxígeno.

Además, se dilatan las pupilas, pues al entrar más luz definimos mejor los contornos de los objetos. Por último, en relación con el posible peligro, se incrementa la coagulabilidad en sangre y la circulación de linfocitos.



Causas que ocasionan ansiedad.


No está del todo claro cuáles son las causas de los trastornos de ansiedad. Ciertas experiencias de vida, como acontecimientos traumáticos, parecen provocar los trastornos de ansiedad en personas que ya son propensas a la ansiedad. Los rasgos heredados también pueden ser un factor. Puede aparecer en cualquier momento de nuestras vidas.


En ocasiones, la ansiedad puede ser un efecto secundario de algunos medicamentos.

Es posible que la ansiedad que te aqueja esté causada por una enfermedad oculta en los siguientes casos:


Si no tienes parientes consanguíneos (como padres o hermanos) que tengan trastornos de ansiedad; Si no tuviste un trastorno de ansiedad en la infancia; Si no evitas ciertas cosas o situaciones a causa de la ansiedad; Si la ansiedad se presenta de forma repentina sin estar relacionada conciertos eventos de la vida o si no tienes antecedentes de ansiedad.


Complicaciones provocadas por la ansiedad.


El trastorno de ansiedad no implica solamente estar preocupado. También puede ocasionar, o empeorar, otros trastornos mentales y físicos, como los siguientes:

  • Depresión (que a menudo se produce junto con un trastorno de ansiedad) u otros trastornos de salud mental.

  • Abuso de sustancias.

  • Problemas para dormir (insomnio).

  • Problemas digestivos o intestinales.

  • Dolor de cabeza y dolor crónico.

  • Aislamiento social.

  • Problemas en la escuela o el trabajo.

  • Mala calidad de vida.

  • Suicidio.


Factores de riesgo cuando se padece ansiedad.


Los siguientes factores pueden incrementar el riesgo de padecer un trastorno de ansiedad:


Trauma. Los niños que soportaron maltratos o traumas o que presenciaron eventos traumáticos tienen mayor riesgo de manifestar un trastorno de ansiedad en algún momento de sus vidas. Los adultos que atraviesan un evento traumático también pueden manifestar trastornos de ansiedad.


Estrés debido a una enfermedad. Tener un problema de salud o una enfermedad grave puede causar gran preocupación acerca de cuestiones como el tratamiento y el futuro.


Acumulación de estrés. Un evento importante o una acumulación de situaciones estresantes más pequeñas de la vida pueden provocar ansiedad excesiva, por ejemplo, la muerte de algún familiar, estrés en el trabajo o preocupaciones continuas por la situación financiera.


Personalidad. Las personas con determinados tipos de personalidad son más propensas a sufrir trastornos de ansiedad que otras personas.


Otros trastornos mentales. Las personas que padecen otros trastornos mentales, como depresión, a menudo también padecen un trastorno de ansiedad.


Tener familiares consanguíneos que padecen un trastorno de ansiedad. Los trastornos de ansiedad pueden ser hereditarios.


Drogas o alcohol. El consumo o el uso indebido o la abstinencia de drogas o alcohol pueden provocar o empeorar la ansiedad.


Síntomas que se presentan en un caso de ansiedad.


Los signos y síntomas de la ansiedad más comunes incluyen los siguientes:

  • Sensación de nerviosismo, agitación o tensión.

  • Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe.

  • Aumento del ritmo cardíaco.

  • Respiración acelerada (hiperventilación).

  • Sudoración.

  • Temblores.

  • Sensación de debilidad o cansancio.

  • Problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual.

  • Tener problemas para conciliar el sueño.

  • Padecer problemas gastrointestinales (GI).

  • Tener dificultades para controlar las preocupaciones.

  • Tener la necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad.


Prevención frente a un caso de ansiedad.


No es posible prever con certeza qué causa que una persona presente un trastorno de ansiedad, pero puedes tomar medidas para reducir el impacto de los síntomas si te sientes ansioso/a:


Pide ayuda enseguida. La ansiedad, como muchos otros trastornos mentales, puede ser más difícil de tratar si te demoras.


Mantente activo. Participa en actividades que disfrutes y que te hagan sentir bien contigo mismo. Disfruta la interacción social y tus afectos, que pueden aliviar tus preocupaciones.


Evita el consumo de alcohol o drogas. El consumo de alcohol y drogas puede provocar ansiedad o empeorarla. Si eres adicto a cualquiera de estas sustancias, la idea de dejar de consumir puede hacerte sentir ansioso. Si no puedes dejar de consumir por tu cuenta, consulta con tu médico o busca un grupo de apoyo para que te ayuden.


Spielberger (1972) considera que para definir la ansiedad de forma adecuada hay que tener en cuenta la diferenciación entre la ansiedad como estado emocional y la ansiedad como rasgo de personalidad, y por ello propuso la Teoría de Ansiedad Estado-Rasgo.


La ansiedad-estado, según Spielberger (1972), es un “estado emocional” inmediato, modificable en el tiempo, caracterizado por una combinación única de sentimientos de

tensión, aprensión y nerviosismo, pensamientos molestos y preocupaciones, junto a cambios fisiológicos. Por su parte, la ansiedad-rasgo hace referencia a las diferencias individuales de ansiedad relativamente estables, siendo éstas una disposición, tendencia o rasgo. Contrariamente a la ansiedad estado, la ansiedad-rasgo no se manifiesta directamente en la conducta y debe ser inferida por la frecuencia con la que un

individuo experimenta aumentos en su estado de ansiedad. En este sentido, los sujetos con alto grado de ansiedad-rasgo perciben un mayor rango de situaciones como amenazantes y están más predispuestos a sufrir ansiedad-estado de forma más frecuente o con mayor intensidad. Los niveles altos de ansiedad-estado son apreciados como intensamente molestos; por tanto, si una persona no puede evitar el estrés que se los causa, pondrá en marcha las habilidades de afrontamiento necesarias para enfrentarse a la situación amenazante. Si la persona se ve inundada por la ansiedad-estado puede iniciar un proceso defensivo para reducir el estado emocional irritante. Los mecanismos de defensa influyen en el proceso psicofisiológico de tal manera, que se modifica o distorsiona la percepción o valoración de la situación. De esta forma y en la medida en que los mecanismos de defensa tengan éxito, las circunstancias se verán como menos amenazantes y se producirá una reducción del estado de ansiedad.


Asimismo, y de forma general, los sujetos con altos valores de ansiedad- rasgo perciben las situaciones y contextos evaluativos como más amenazantes que aquellos otros que presentan menores niveles de ansiedad-rasgo. La interacción entre ambos tipos de ansiedad explica por qué la ansiedad-estado puede variar, tanto entre individuos (la característica de ansiedad puede ser diferente ante la misma situación), como individualmente (la misma persona experimenta ansiedad en una situación, pero no en otra).


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Lic. Camila Pizzani.
PSICÓLOGA - PSICOTERAPEUTA 
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Referencias:

Pérez de la Mora, M. Dónde y cómo se produce la ansiedad: sus bases biológicas recuperado de : https://www.revistaciencia.amc.edu.mx/images/revista/54_2/como_produce_ansiedad.pdf

American Psychiatric Association (1995). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Barcelona: MASSON

Relaciones entre ansiedad-rasgo y ansiedad-estado en competiciones deportivas Cuadernos de Psicología del Deporte, vol. 12, núm. 2, 2012, pp. 9-16 Universidad de Murcia Murcia, España Recuperado de : https://www.redalyc.org/pdf/2270/Resumenes/Resumen_227025503001_1.pdf

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