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La importancia de educar a nuestros niños a saludar, decir ''por favor'' y ''gracias''.

  • Foto del escritor: Lic. Psi. Camila Pizzani
    Lic. Psi. Camila Pizzani
  • 18 nov 2020
  • 4 Min. de lectura

Educar con respeto es educar con amor. Transmitir a los más pequeños la importancia de dar las gracias, de pedir ''por favor” o de decir “buenos días” y “buenas tardes”, va más allá de un simple acto de cortesía. Estamos invirtiendo en emociones, en valores sociales, y ante todo, en reciprocidad.


Un error en el que suelen caer muchas familias es en iniciar a los niños en estas normas de amabilidad cuando los más pequeños comienzan a hablar. Ahora bien, es interesante saber que el “cerebro social” de un bebé es tremendamente receptivo a cualquier estímulo, al tono de voz e incluso a las expresiones faciales de su padre y su madre, de su entorno más próximo en general. Lo creamos o no, podemos educar a un niño en valores desde edades muy tempranas. Sus aptitudes son casi insospechadas y hemos de aprovechar esa gran sensibilidad en materia emocional.

Los neurocientíficos nos recuerdan que el sistema neuronal  de un niño está programado genéticamente para “conectarse” con los demás. Incluso las actividades más rutinarias como alimentarlos, bañarlos o vestirles se convierten en improntas cerebrales que prefiguran en un sentido u otro la respuesta emocional que tendrá ese niño en el futuro. Es así que, un niño que es tratado con respeto y que desde una edad temprana se ha acostumbrado a escuchar la palabra “gracias”, entenderá rápidamente que está ante un refuerzo positivo de gran poder y, que sin duda, irá desentrañando poco a poco.


La edad mágica comprendida entre los 2 y los 7 años, es la que Piaget denominaba como “estadio de inteligencia intuitiva”. Es aquí donde los pequeños, a pesar de estar supeditados al mundo del adulto, van a ir despertándose progresivamente al sentido del respeto, a intuir ese universo que va más allá de las propias necesidades para descubrir la empatía, el sentido de la justicia y por supuesto, la reciprocidad.


La reciprocidad, un valor social de peso.


Cuando un niño descubre por fin lo que sucede en sus contextos más próximos cuando pide las cosas ''por favor'' y las concluye con un ''gracias'', ya nada va a ser igual. Es algo excepcional, una conducta que le habrá de acompañar para siempre, porque tratar con respeto a los demás es también respetarse a uno mismo, es actuar de acuerdo a unos valores y un sentido de convivencia basado en un pilar social y emocional de peso: la reciprocidad.


Será sobre los 7 años cuando nuestros hijos descubran plenamente todos estos valores que conforman su inteligencia social. Es ese instante en que empiezan a dar más importancia a la amistad, a saber lo que implica esa responsabilidad afectiva, a entender y disfrutar de la colaboración, atendiendo necesidades ajenas e intereses diferentes a los propios.

Es sin duda una edad maravillosa donde todo adulto debe tener muy presente un aspecto esencial: debemos seguir siendo el mejor ejemplo para nuestros hijos. Ahora bien, la pregunta mágica es la siguiente… ¿De qué manera vamos inculcando en nuestros hijos desde edades tempranas esas normas de convivencia, de respeto y de cortesía o amabilidad?


Te ofrezco sencillas estrategias para tenerlas en cuenta, son indicaciones básicas a señalar a los niños en cada situación. Vale la pena tenerlo en cuenta y recuerden (a grandes y chicos) que lo cortéz no quita lo valiente, jamás!

  • ¿Has llegado o entrado a algún lado? Saluda, di hola, buenos días o buenas tardes.

  • ¿Te vas? Di adiós.

  • ¿Te han hecho un favor? ¿Te han dado algo? Da las gracias.

  • ¿Te han hablado? Responde.

  • ¿Te están hablando? Escucha.

  • ¿Tienes algo? Compártelo.

  • ¿No lo tienes? No envidies.

  • ¿Tienes algo que no es tuyo? Devuélvelo.

  • ¿Quieres que hagan algo por ti? Pídelo por favor.

  • ¿Te has equivocado? Discúlpate.

Normas sencillas que, sin lugar a dudas, le serán de gran ayuda en el día a día para toda la vida.


Muchas veces no se le da el valor que merece el hecho de dar las “gracias,” los “buenos días” y el pedir las cosas “por favor”; y ese realmente es el gran secreto de una sana convivencia. Es nuestro deber como padres enseñar a los niños desde pequeños a tener educación con las personas que les rodean, porque de ello depende que se conviertan en seres humanos educados y respetuosos, que contribuirán sin saberlo a construir una sociedad mejor.


3 razones por las que l@s niñ@s se benefician de ser agradecid@s, éstas son:


1. Conecta mejor con el mundo: El niño sin ser consciente, entiende que tiene la clave para recibir afecto y empatía y para hacer sentir mejor a las personas que le rodean, y esa clave es simplemente ser agradecido.


2.Aprende a valorar: Cuando damos las gracias damos valor al esfuerzo que alguien está haciendo por nosotros por pequeño que sea. Se crea una dinámica de generosidad que será positiva para todos. Desde el punto de vista de un niño, esta enseñanza se vive con felicidad, y seguro querrá repetir esa sensación tan placentera de dar y recibir sin un por qué.


3. Respetará para que le respeten: No hay persona a la que no se le deba dar las gracias. A veces la misma familia le dice al niño que no hay por qué darlas, dando por hecho que por ser miembros de la familia no hace falta. Esto no es así. El niño debe aprender que a cualquier persona se le debe agradecer el favor recibido, ya sea del grupo familiar, amigo, conocido o desconocido. A eso se le llama respeto y lo merecen todas, absolutamente todas las personas. No importa las veces que demos las gracias, cuantas más mejor. En la educación no hay límites, al contrario.“Respeta para que te respeten”. Esta puede ser una buena frase para enseñar al niño desde muy pequeño. Pues aunque nos parezca que aún no entienden bien las cosas, sí están preparados para entender el lenguaje del corazón, y ese justamente es el de la empatía y el amor. Por que al fin y al cabo ¿qué es el respeto sino empatía y amor?


En definitiva, aunque no hablen bien, te sorprenderá lo bien que dicen “gracias” y “por favor” si les enseñas y además te oyen a ti siempre. La recompensa es que generen felicidad para ellos y de paso para los demás.


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Lic. Camila Pizzani.
PSICÓLOGA - PSICOTERAPEUTA 
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